Alejandra Álvarez

Desde lo más hondo de mi ser y a través de cada pincelada, mi arte respira vida y esperanza. La adversidad que enfrentó mi madre, batallando no una, sino dos veces contra el cáncer, se convirtió en el faro que guía mi pasión. Primero fue el cáncer de duodeno y luego el de mama. En cada trazo, busco sanar no solo cuerpos, sino almas, restaurando fragmentos perdidos por las garras de esta feroz enfermedad.

Como diseñadora, he aprendido que la belleza puede ser un escudo, una fuente de fortaleza. El curso de micropigmentación oncológica me abrió puertas para ofrecer un consuelo visible, tangible, a quienes han perdido mucho más que una parte de sí mismos. Mi arte se transforma en una caricia que devuelve sonrisas y enciende esperanzas apagadas.

Cada línea dibujada, cada color elegido, es una promesa de luz en la oscuridad. Mi misión es clara: seguir pintando futuros llenos de confianza y paz, abrazando a cada persona que, como mi madre, lucha con valentía. Porque en cada obra que creo, late el eco de una historia de supervivencia, fuerza y amor incondicional.